martes, 8 de septiembre de 2009

Bótox: la técnica de rejuvenecimiento facial líder


En relación al tan renombrado Bótox, sólo se conoce la punta de un gran iceberg. La mayoría de las personas lo relacionan sólo con inyecciones “antienvejecimiento” del ámbito estético. Sin embargo, su historia reporta una larga data.

Érase una vez una toxina botulínica. Un veneno natural que se encuentra en los alimentos cárnicos descompuestos. Se trata de una de las sustancias más tóxicas que existen y su ingesta puede, en determinadas circunstancias, ser mortal. Esta toxina es la responsable de la enfermedad llamada Botulismo. Existen diferentes variantes de toxina botulínica (que se denominan de A a F).

El video lo tomé prestado de aquí

Transcurrido un tiempo y después de varios ensayos y errores, la Ciencia comprobó que la toxina Botulínica tipo A podía inyectarse al organismo de manera controlada y en dosis reducidas para paralizar determinados músculos y poder tratar así diferentes enfermedades y aspectos estéticos. A raíz de estos descubrimientos nació el Botox, es decir, el nombre comercial que se utiliza para referirse a dicha toxina.


Su efecto principal radica en interrumpir la comunicación entre las neuronas y el músculo en el que se ha inyectado la toxina, paralizando a este último. Cuando los tejidos no se mueven, las arrugas de la piel desaparecen, y el rostro adquiere una expresión más relajada.

Se emplea con dos fines estéticos principales. Uno de ellos es quitar las arrugas faciales del entrecejo, la frente y las patas de gallo. El segundo, terminar con las arrugas del cuello y las que se generan en torno a los labios y la nariz.

Una de las razones por las cuales este tratamiento ha ascendido al top ten de los elegidos radica en que su aplicación no requiere anestesia ni internación. Se realiza a través de microinyecciones que duran minutos y que le permiten al paciente retomar rápidamente sus obligaciones cotidianas. La frecuencia de los tratamientos varía de persona a persona pero es de aproximadamente de cuatro a seis meses.

Sin lugar a dudas, la faceta más desconocido está vinculada con sus usos médicos. Se lo emplea frecuentemente para: combatir el estrabismo (ojos desviados), frenar el sudor excesivo (hiperhidrosis), controlar los síntomas de espasticidad (rigidez en los músculos), atenuar los temblores y controlar los blefarospasmos (parpadeo de ojos incesante).

Fuentes de la información:

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